UN MUNDO NO TAN FELIZ
Por Juan Pablo Álvarez
La sociedad actual desde la infancia acepta de una forma elogiosa, sin dudas unos mantras muy variados y tópicos que los libera muy utilizada por los demagogos, es la llamada ideología del progresismo considerándola un signo mayoritario de felicidad.
Es una sociedad individualista hedonista que ha adoptado la teoría del placer de los fines o “hedonismo psicológico del futuro” que sostiene que el placer personal es el fin último y único de la persona, considera que el placer es el único y supremo bien, y que todos los placeres físicos tienen que ser satisfechos sin restricción a la vez que inmediatamente. La sociedad actual es de un carácter super individualista traspasándolo a lo social, sosteniendo el punto de vista de que la satisfacción humana se encuentra en la búsqueda y posesión del placer material y físico, de forma inmediata.
Este egocentrismo impide a las personas relacionarse con otros, a menos que sea para explotarlos y satisfacer su afán de placer. Esto hace a la sociedad desdeñar la verdad, para vivir en el error, la mentira y la alucinación inducida. De rondón nos han metido de tapadillo un sinónimo político y económico de felicidad, llamado “Estado del Bienestar”. Si se piensa un poco y observamos el día a día, nuestra percepción nos dice que la noción de felicidad y bienestar la entienden las personas de diferente forma. Veamos...
Para unas minorías, que supongo que no dudará que existen, son las que ostentan poder. Estas minorías suelen decidir para la gran mayoría de las personas que están desposeídas del poder de decidir. Por tanto que entienden y piensan esas minorías como felicidad y bienestar, en su fuero interno, sintiendo que la lograrán acumulando el máximo poder sobre los demás, mandar político, riqueza, mediático, etc.
Pero qué piensa esa otra gran mayoría; que son los ciudadanos, creadores, fabricantes, industriales, financieros, trabajadores, obreros, asalariados, empleados, etc. y consumidores que se embotan al ir tras una quimera imbuida e inducida desde la infancia. Viven en un espejismo que les dice que a cada trocito de riqueza le corresponde otro trocito de felicidad que a su vez se concretan en unas quimeras, recordemos su definición: “Ilusión, fantasía que creen posibles, pero que no lo son”.
A la vez que sueñan con la extinción total del dolor, esto les transforman en unos seres miedosos y dóciles, sometidos por el pánico, miedo, hacia quien hoy en día posee la capacidad máxima de infligir sufrimiento, el Estado. Buscan desesperadamente en llevar una existencia cómoda y de poltrona, holgazana y sin esfuerzo, supuestamente gracias a la tecnología, de donde resultan las diversas utopías científico-técnicas, a cual más inquietante pues entienden la vida humana como nada más que una acumulación, en su yo, de experiencias placenteras, lo que conforma el sujeto sensual de la modernidad. Como consecuencia estas personas son incapaces de pensar, de decidir, de convivir y de luchar, porque el reduccionismo a lo sensorial tiende a extinguir en ellos las facultades y capacidades superiores.
Nos olvidamos que hoy día es mucho más fácil manipular a las personas por los medios tecnológicos y otros avanzados existentes que en épocas anteriores. Si escudriña un poco el pasado observará que estas ideas manipuladoras vienen de antaño pues la magia soñada se ha hecho realidad con la ciencia y la técnica. Tenga siempre en cuenta que: El ser humano siempre es el mismo pero la ciencia y la técnica no. Las técnicas de influencia humana son una de las armas más poderosas de uso diario, a veces ni siquiera las adviertes.
Aldous Leonard Huxley (1894-1937) ya describió entendiendo que estos son más eficaces como instrumentos de gobierno que los palos y las cárceles. Todo amago de rebelión es desactivado mediante técnicas de exaltación de derechos y libertades y bombardeo de gratos estímulos que se va incrustando en generaciones, acondicionamiento infantil y la narco hipnosis, creyendo que sus anhelos se colmarán satisfactoriamente si son dóciles y obedientes.
Se crean unos sistemas a través de la tecnología de nuevas formas de poder absoluto que las van adoptando esos pocos dueños de poder y de gobiernos. Su felicidad creen lograrla acumulando el máximo poder, sintiéndose en su interior dueños de las personas con total impunidad.
Esto ya lo plantearon, aunque enunciado con otras palabras, Platón, Hobbes, James Mill, Stirner, Nietzsche y otros que la forma superior de vida deliciosa es el dominio político y civil de los otros, tanto más intenso y gratificante cuanto mayor sea la sujeción a que se les someta. La mayoría de la sociedad está siguiendo, sin saberlo de forma muy activa la vieja filosofía de Epicuro de Samos, ateniense nacido en Samos 341 a. C., su lema era:
El placer es la única finalidad en la vida